D avid, un joven con fobia a volar, regresa a Buenos Aires desde Europa tras el fallecimiento de su tío. Al llegar, descubre que su madre ha tomado la decisión de desconectar el respirador que mantiene con vida a su padre.

Aunque esta premisa podría anticipar un relato tremendamente dramático, la nueva propuesta de Iair Said dista mucho de ser un drama lacrimógeno. Con un guion ágil la película logra establecer un vínculo emocional con cada personaje. Muchos de ellos están construidos desde un humor absurdo que, lejos de trivializar, enmarca con acierto esa mezcla de neurosis y candidez que define al protagonista

La película opta por una estética realista y sin artificios, mostrando la realidad tal cual es, sin adornos ni filtros. Esta aproximación visual se ajusta a la perfección al personaje de David, un hombre común que no encaja en los estereotipos habituales del cine comercial.

Aunque cueste creerlo dada su breve duración (70 minutos), la película resulta monótona en determinados pasajes y carece de una intensidad dramática que llegue a consolidarse del todo. Su tono contenido y su desarrollo narrativo minimalista le confieren más bien el carácter de un cortometraje estirado en exceso.

En cuanto al componente identitario, aunque la obra no se adentra de forma explícita en cuestiones religiosas, sí sitúa la identidad judía en el entramado cultural y emocional del protagonista. El retrato del ambiente judío argentino aporta, sin duda, un matiz distintivo; no obstante, la creciente presencia de elementos relacionados con el judaísmo en numerosas películas recientes empieza a resultar un tanto saturante, al menos para mí.

Es una propuesta interesante, pero que se ve lastrada por un ritmo muy irregular.