Raimundo FITERO
DE REOJO

Parque de atracciones

Si los planes de la CIA, la KGB, el Mosad y los chinos, se llamen como se llamen sus espías, más las cincuenta y seis agencias particulares no se han puesto a cruzar mensajes contradictorios, se han reunido Putin y Trump con la intención de mostrar al mundo sus coches presidenciales blindados que son una muestra más de su poder representativo y simbólico que llega antes que cualquier otro protocolo que enmascare las oscuras pornografías militaristas de estos dos viejos chiflados que nos pueden fastidiar cualquier fin de semana. de puente.

Desde que de preadolescente leía a Roberto Alcázar y Pedrín se enjaularon en mi torcido campo magnético cerebral visiones alucinógenas del tono de las reuniones de estos altos cargos militares. Bueno, a veces los veo como directores comerciales de una cooperativa mutualista, pero no se me ocurre que en ningún momento hablen de algo que tenga una importancia sustancial. No sería de extrañar que estos individuos se refieran a los últimos avances de su laboratorios en pastillas o líquidos para conseguir erecciones a sus edades. Se supone que todo lo demás, las mentiras que nos comentarán al terminar sus sesiones privadas, está ya escrito a varias manos para que el statu quo mundial quede igual. Habrá gesticulaciones y pactos secretos para que nada se mueva demasiado.

El parque de atracciones desmontable en el que han recreado imágenes que llamarán históricas tiene un objetivo claro, el Nobel de la Paz para Donald. Vladimiro se conforma con la cabeza de Zelenski servida en bandeja con vodka. China sillba y acaricia el ábaco.