OLAIZOLA - ARETXABALETA 22

BENGOETXEA - GALARZA 9

Poco más de dos horas fueron suficientes para que la pelota mostrara ayer sus dos caras en el Labrit iruindarra, ambas con los hermanos Olaizola, Asier y Aimar, como protagonistas. El mayor de la saga vivió la buena, la solidaria y la amable, con un frontón lleno y muchos de los pelotaris con los que ha compartido 17 años como profesional presentes para darle cariño en su último partido como pelotari de la LEP.M. Seguidamente, Aimar Olaizola se encargó de enseñarle a Ladis Galarza la otra cara de la especialidad, la de la crueldad de la competición, la de la competitividad voraz, la que no tiene piedad ni con jóvenes ni recién llegados.

Y es que, por mucho que pertenezcan a la misma empresa, que se pusieran juntos los tacos o que incluso compartieran algún trago al salir del Labrit, el menor de la saga de Goizueta no tiene piedad de ninguno de sus rivales en cuanto la pelota se pone en juego y ayer infligió una dolorosa derrota a Oinatz Bengoetxea y, sobre todo, a Ladis Galarza, que pagó la novatada que el miércoles Jaunarena y Barriola no supieron cobrarle.

Saques al ancho

Sí lo hizo el campeón manomanista, que incluso trajo preparada la cuenta desde casa y desde la primera oportunidad que tuvo, buscó minar la moral del neófito zaguero, con intencionados saques al ancho.

El joven zaguero de Baraibar picó el anzuelo, los primeros cuatro tantos de colorados llegaron en claros fallos suyos, tres de ellos en saques a media cancha sin ninguna dificultad y, como esto de la pelota también tiene mucho de estado de ánimo, el partido se rompió excesivamente pronto.

Porque el día de Navidad Bengoetxea y Galarza tuvieron la fortuna de sumar su primer tanto con 12 errores del zaguero, pero rondar esas cifras ante Aimar Olaizola es una especie de suicidio, por mucho que las pelotas que le entraron en la mano fueran brillantes y llegara a sumar dos rebotes. El delantero de Goizueta se aprovechó de cada error y de cada pelota franca.

Por mucho que al inicio también cometiera algún error -la pelota atropelló a los dos zagueros tras el bote- Andoni Aretxabaleta ofreció la otra cara de la moneda. Jugar con Aimar puede ser una responsabilidad, pero también es una garantía y, a medida que Galarza se hundió, el de Markina no solo aguantó, sino que incluso dominó a su par.