El mapa por los aires
La rueda de prensa de Durando sigue dando que hablar; pero a base de dar la matraca algunos están empezando a ponerse en evidencia y mostrando (más) su patita peluda. Por ejemplo, el opinador de «Elconfidencial» Javier Caraballo deja claro en su última columna qué es lo que les quita el sueño a los demócratas de toda la vida. Empieza diciendo que «no van a pedir perdón. No lo van a hacer jamás. Ni siquiera van a pedir disculpas. Seguirán provocando, chulescos, seguirán exhibiéndose, grotescos, seguirán fotografiándose, desafiantes», para a continuación, en plan trascendente, alertar a sus huestes: «Se trata del nuevo reto que se coloca delante de la sociedad española, de la democracia española: el independentismo vasco deja de matar y se suma a la vía catalana». O sea que «dejar de matar», como dice el demócrata orgánico de turno, es un «reto que se coloca delante de la sociedad española». Vaya, vaya.
Después de marear la perdiz, el tal Caraballo insiste en el tema y pone los puntos sobre las íes. Lean, lean, porque merece la pena: «lo que no se puede frenar es que esos tipos y sus cómplices de siempre, reconvertidos ahora en independentistas que renuncian a la violencia, se presenten a las elecciones y lleguen a las instituciones. Ya ha ocurrido en las últimas elecciones celebradas en Euskadi y, a partir de ahora (...) esa vía se va a intensificar. Porque, como ocurre en Cataluña, en el País Vasco tampoco es ilegal defender la independencia y el derecho a decidir; lo que convertía en ilegales esas proclamas eran los asesinatos, pero sin pistolas, sin una banda terrorista detrás, no existe delito. Esta obviedad conviene que nos la repitamos casi a diario porque es muy probable que, en breve, la banda terrorista anuncie su disolución y entonces ya no habrá debate. La apología del terrorismo se acaba cuando se acaba el terrorismo, entonces sólo queda la reivindicación política». Horreur, que diría el también demócrata Valls...
Frente a semejante desafío, el opinador se pregunta «¿qué puede hacer el Estado español?», y se responde: «Como en los momentos convulsos de la Transición, los dos grandes partidos españoles, PP y PSOE, deben promover un gran acuerdo para aprobar una legislación que fortalezca el cumplimiento de la Constitución y que impida que el mapa autonómico salte por los aires». Pues siento decirle que ese mapa tiene menos futuro que uno del Imperio austrohúngaro. Se siente.
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