Txisko Fernández
KAZETARIA
TXOKOTIK

La extrema derecha española se llama...

Completar la frase del titular es muy fácil a estas alturas, cuando ya nadie se acuerda de la caduca Fuerza Nueva de Blas Piñar, ni de las Falanges varias que resucitan cada vez que hay cita electoral para completar unas cuantas listas, y casi nadie, salvo los sufrientes vecinos y vecinas de Garinoain, sabe descifrar las siglas de grupúsculos como DNE.

La extrema derecha española se llama Partido Popular; más conocido como «el pepé». Habrá quien crea que esto es exagerar, o calificar al todo por una parte, y habrá quien sea capaz de poner ejemplos de perfectos demócratas que conviven en el seno de ese partido con ultras como José María Aznar, Esperanza Aguirre, Carlos Urquijo...

Pero yo miro al PP de forma muy parecida a como «Le Monde» contempla al Front national de Marine Le Pen, como «un partido de extrema derecha», ni más ni menos. Y el rotativo parisino -como se puede leer en un artículo editorial publicado el pasado día 4-, mantiene esa calificación frente a las quejas de Le Pen, que considera que, al utilizar ese «término voluntariamente peyorativo», «Le Monde» y otros medios le están equiparando a los neonazis de la Amanecer Dorado. Y eso a ella no le gusta, por lo que incluso amenaza con llevar el tema a los tribunales, como ya hizo su padre, Jean-Marie Le Pen, en 1995 sin conseguir que la Justicia recortara la libertad de expresión.

Evidentemente, en estos momentos hay diferencias de fondo entre el ideario político del PP y el del FN. Por ejemplo, los de Rajoy no tienen problema en besar al mismo tiempo la rojigualda y la bandera de la UE (aunque, tras la ya famosa sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que salvaguarda los derechos de los presos vascos, algún que otro alcalde pepero ordenó arriar la «estelada» a toda prisa).

La diferencia más grande que observo en estos momentos entre esas dos formaciones presentes en nuestro país es que unos están en el poder y los otros todavía no se han creído del todo que puedan alcanzarlo a corto plazo. Pero viendo cómo el PP, sin haber renunciado a su herencia genética en ningún momento, recorta derechos sociales y políticos cada vez que se instala en La Moncloa, no sería de extrañar que el FN le intente emular. Conviene no olvidar que hace tiempo que está llamando a las puertas del Elíseo.