Joan Marc SIMON
Coord. Europeo de Alianza Int. Residuo 0
GAURKOA

La transición de Dinamarca: de la incineración al Residuo Cero

Dinamarca es percibida como uno de los países más «verdes» del mundo. ¿Pero lo es realmente? Más allá de los molinos de viento y los carriles de bicis, hay un secreto no tan bien guardado en este país, por lo demás bastante amigable con el medio ambiente: ¡su pasión por la quema de residuos!

Esta ardiente pasión ha recibido una amplia cobertura en los medios internacionales, que no se han molestado en ahondar demasiado en los detalles y en su lugar han sucumbido a los encantos de un green-washing bien diseñado.

Hechos objetivos indican que es uno de los países de la UE que genera más residuos per cápita y es líder mundial en incineración, quemando un 80% de la misma. Esto significa que, una vez descontado el reciclaje, en Dinamarca se queman más residuos de los que se generan en países como la República Checa, Estonia, Bulgaria y Polonia.

Contrariamente a las mejores prácticas en este campo, en Dinamarca no se recogen por separado la mayor parte de los residuos domésticos, lo que conlleva que las tasas de reciclaje sean tan bajas como el 22%.

Más residuos es bueno, menos residuos es malo: Puede parecer una contradicción, pero en Dinamarca el sistema está configurado de tal manera que lo peor que puede hacer un ciudadano es reducir el tamaño de su bolsa de basura. ¿Por qué? Todas las ciudades de Dinamarca tienen su propia incineradora y en su mayoría son de propiedad pública. Esto significa que los ciudadanos son, en realidad, propietarios de las mismas y por tanto si se enviaran menos residuos a quemar -porque están siendo evitados, reutilizados o reciclados- las incineradoras funcionarían por debajo de su capacidad, reduciendo su eficiencia para generar energía. En tal caso la incineradora tendría que cubrir los costes de capital y operativos con menos ingresos, lo que se traduciría en un aumento de los gastos de gestión. Es decir, cuantos más residuos se generan, mejor para el bolsillo.

Por lo tanto, no es sorprendente que el país que más residuos quema sea también el que genera más desechos que cualquier otro. Dinamarca es el ejemplo perfecto de la correlación entre la quema de residuos y la generación de los mismos.

La quema de residuos calienta los hogares daneses: Este ha sido el mantra que refleja la corriente principal en Dinamarca y en algunos otros países del norte de Europa. Los inviernos escandinavos largos, oscuros y fríos pueden justificar un mayor consumo de electricidad y esta ha sido la razón principal por la cual la generación de energía a partir de residuos ha sido pionera en estos países. Sin embargo, la quema de residuos es una forma extremadamente ineficiente de generar energía, y ya hay tecnologías neutras en carbono que se encuentran en espera de que concluya el periodo de vida útil de las incineradoras.

En otras palabras, la incineración es uno de los principales obstáculos de Dinamarca para convertirse en un país carbono-neutral. Por otra parte, la legislación de la UE establece que a partir de 2020 todos los nuevos edificios tendrán que ser carbono-neutrales, reduciendo radicalmente el consumo de energía. Por último, hay un exceso de capacidad de potencia instalada entre la incineración de residuos y las grandes instalaciones de combustión que hace que en los meses más fríos del año los molinos de viento se detengan, a pesar de los fuertes vientos, para dar prioridad a las instalaciones térmicas.

El caso de la incineradora con pista de esquí: La última contribución de Dinamarca a la gestión de residuos se basa en la fusión de la basura y los deportes, y se concreta esquiando sobre las pilas de basura que se queman bajo el blanco e inmaculado piso sintético. Y a fin de recordar a los esquiadores el verdadero propósito de la instalación, cada tonelada de CO2 es liberada a la atmosfera en forma de un anillo de humo de 30 metros de ancho. Este es el proyecto de la incineradora Amager Bakke, la joya de la corona de la incineración de Dinamarca.

Como suele ocurrir con aquello que es «demasiado bueno para ser verdad», las cosas en realidad no son ni tan buenas, ni están cerca de serlo. Este incinerador es el último intento de vender tecnología al mundo. Mientras se tenga a la gente entretenida hablando de la pista de esquí, no se cuestionarán cómo evitar o reciclar estos residuos.

La verdad es que la construcción de la incineradora Amager Bakke ha provocado un gran debate en el país. Los ciudadanos y los políticos daneses son cada vez más conscientes de las bajas tasas de reciclaje y de la excesiva quema de residuos, y de que el exceso de capacidad de incineración del país no es para estar orgullosos. Por esta razón, el Ministerio de Medio Ambiente dirigido por la Sra. Ida Auken se opuso a la construcción de esta incineradora y fue sólo a causa de la presión ejercida por el Ministro de Finanzas, el Sr. Bjarne Corydon, por lo que este proyecto recibió luz verde. Si usted se pregunta qué hace el ministro de Hacienda tomando decisiones sobre residuos, le ayudará saber que fue elegido por Esbjerg, la ciudad donde se encuentra la sede de la empresa constructora de la incineradora.

Dinamarca está dejando atrás la era de la incineración: Dejando atrás estos intentos desesperados por hacer de la incineración una moda con el fin de vender tecnología a Asia, la verdad es que Dinamarca tiene previsto embarcarse en un difícil viaje. El país aspira a independizarse de los combustibles fósiles para el año 2050 y esto significa cerrar todas las plantas de energía contaminantes, incluyendo las incineradoras.

Esto no será una tarea fácil porque en Dinamarca el vínculo entre residuos y energía es muy fuerte. Este vínculo tiene un impacto en la gestión de residuos, creando incentivos perversos que son contrarios a la reducción, reutilización y reciclaje, y también tiene un impacto en la política energética, bloqueando la posibilidad a que tecnologías más limpias se impongan. Alejarse de la incineración permite matar dos pájaros de un tiro, y el Ministerio danés de Medio Ambiente lo sabe.

Por ello, el nuevo plan de gestión de residuos que la ministro Auken presentó en noviembre de 2013 se llama «Dinamarca sin residuos-Reciclar Más, Incinerar Menos». En sus propias palabras: «En Dinamarca hemos estado incinerando casi el 80 % de nuestra basura doméstica. A pesar de que esto ha supuesto una importante contribución a la producción de energía, materiales y recursos que podrían haberse reciclado se han perdido. Ahora vamos a cambiar esto».

Algunas de las medidas previstas en el plan consisten en la sustitución de la incineración por la recogida selectiva de residuos orgánicos, con el objetivo de producir biogás y compost; por el reciclaje de plástico y papel que actualmente se están quemando; por destinar a vertederos especiales materiales tóxicos como el PVC, en lugar de liberarlos en el aire a través de la combustión. En suma, tiene como objetivo reducir los residuos destinados a incineración en 820.000 toneladas para el año 2022.

Parece que el buque insignia de la incineración en el mundo está cambiando de rumbo. Esto será bueno para la industria del reciclaje de Dinamarca, que podrá ver un renacimiento después de haberse convertido en cenizas por décadas de fiebre incineradora. También será bueno para los daneses porque la disminución de la incineración reducirá la contaminación y los impactos contra la salud asociados, y el aumento del reciclaje generará empleos y una economía más sostenible. Y, por último, será bueno para el resto del mundo, que finalmente será capaz de importar las buenas prácticas de Dinamarca.

Este cambio de paradigma no ocurrirá de un día para otro, pero teniendo en cuenta la determinación y eficacia de los daneses cuando se proponen algo, es de esperar que vayan a ser tan buenos en avanzar hacia Residuo Cero como lo han sido en liderar el modelo basado en la incineración.