Maite SOROA
msoroa@gara.net
PAPEREZKO LUPA

Juana Azurduy manda al desguace a Colón

Servidora se puso a repasar el montón diario de periódicos con la idea de que entre Crimea, el patetismo del PSN, Catalunya o la indecente campaña del PP por monopolizar y llevar a su molino las aguas de la memoria del 11-M, no faltarían temas para esta lupa diaria. En esas andaba cuando repasando el «Abc» llegué a sus páginas internacionales y me encontré con su morrocotudo enfado con la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Primero expropió -en una sabia decisión y con muy buen criterio- a Repsol su filial YPF y ahora ha decidido retirar del jardín de la Casa Rosada la estatua de Cristóbal Colón.

Una había leído sobre la intención de Cristina de sustituir a Colón por otra estatua de Juana Azurduy, la heroína de la emancipación americana, que luchó por la libertad en el Virreinato del Río de la Plata contra el Reino de España asumiendo la comandancia de las guerrillas, por lo que su memoria es honrada en Argentina y en Bolivia. Su imagen decora el Salón Mujeres Argentinas de la Casa Rosada. Dicen que cuando el difunto Hugo Chávez visitó en 2009 la Casa de Gobierno, saludó militarmente su imagen y la presidenta argentina le comentó: «Haces muy bien en hacerle la venia. Perdió cinco de sus seis hijos en la guerra por la Independencia». Una sentía admiración por Juana Azurduy y que su estatua dominara la sede del Gobierno argentino le parecía perfecto, un gesto de gran valor político y simbólico.

Se pueden imaginar cómo estaban en el vetusto diario español, echando pestes, hablando de «obsesión contra el descubridor español», de querer «borrar todo rastro civilizatorio español», de querer «cambiar la historia» y cosas por el estilo.

Pero, para más inri, la presidenta argentina también ha cambiado el salón «Cristóbal Colón» de la sede del Ejecutivo y lo ha rebautizado como salón de los «Pueblos Originarios» para poner en valor la cultura y el conocimiento de estos pueblos, la historia que no se contaba.

Desguazar a Colón y rebautizar un salón a su nombre es, al parecer, demasiada afrenta para el sentimiento patrio español. Quijotescos que son, ya han encontrado otro molino de viento con el que enfrentarse. Pues, ¡allá ellos! Ni caso. Nosotras a lo nuestro: ¡Bravo Argentina! Y un beso, Cristina.