«Los contactos no valen de nada si no tienes una sólida base musical»
Juanjo Mena inició sus estudios musicales en su Gasteiz natal con Carmelo Bernaola, ampliándolos después con directores como Sergiu Celibidache. Desde 1999 a 2008 formó un sólido tándem con la Orquesta Sinfónica de Bilbo, que elevó notablemente en calidad. En 2007 despegó su carrera internacional, que le ha llevado ya a dirigir varias de las mejores orquestas del planeta.

Juanjo Mena llega esta tarde al Kursaal de Donostia al frente de la Filarmónica de la BBC de Manchester y el violinista ruso Boris Belkin -sustituyendo a la inicialmente prevista Julia Fischer-. En programa, una selección de «Romeo y Julieta» de Prokofiev, el «Concierto para violín nº1» de Bruch y la «Obertura» del ballet «Ramuntxo» de Gabriel Pierné. Repetirán programa mañana en Iruñea y el martes en Gasteiz.
Fueron casi diez años al frente de la Orquesta Sinfónica de Bilbo. ¿Qué recuerdos guarda de aquella época?
Fue una larga relación en la que coincidió que yo podía dedicarle mucho tiempo a la orquesta y esta, a su vez, necesitaba de esa dedicación. Cuando echo la vista atrás solo puedo sentir agradecimiento a cada músico de la BOS y a los abonados, por la buena música que, creo, hicimos durante aquellos años y el gran aprendizaje que supuso para mí.
Pocos directores tienen la oportunidad de dar el salto internacional que protagonizó usted al salir de la BOS. ¿Qué circunstancias se encadenaron?
En la dirección de orquesta hay varias formas de hacer carrera. Muchos directores son hábiles con los contactos, saben labrar relaciones y venderse muy bien. No es mi caso. Pero los contactos, al final, no valen de nada si no tienes una sólida base musical, y no es tan importante que una orquesta te invite sino que vuelvan a llamarte tras haberte conocido. Yo tuve la suerte de que mi etapa en Bilbo me dio cierto renombre y solistas internacionales que tocaron aquí hablaron bien de mí. Poco a poco me surgió dirigir a la Orquesta Verdi de Milán, a la RAI Torino, a la Orquesta de Baltimore... y fue un flechazo, enseguida me ofrecieron volver y, en algún caso, incluso ser su principal director invitado.
Ahora mismo tiene compromisos con orquestas realmente potentes.
Sí, porque una vez que tu nombre entra en el boca a boca de los agentes, es cuestión de aprovechar las oportunidades: cuando James Levine canceló un concierto en Boston, me llamaron y quedaron muy contentos. Lo mismo en Chicago, al cancelar Nézet-Séguin. Desde entonces cada vez trabajo más con orquestas norteamericanas. La próxima temporada dirigiré la clausura de los Hollywood Bowl con la Filarmónica de Los Angeles, debutaré con la de Nueva York, también en Cleveland, en Pittsburg... Eso te confirma que tus ideas son buenas.
Como titular de la Filarmónica de la BBC sus responsabilidades son bastante peculiares.
La BBC es un ente inmenso pero muy profesional en la gestión. Yo, por ejemplo, solo soy director titular, no artístico. Es decir, me centro casi exclusivamente en dirigir. Al llegar esto me sorprendió, porque en Bilbo hacía de todo. Pero la cantidad de música que toca la BBC es tan abismal que sería incapaz de hacer nada más que dirigir. Además de los conciertos tradicionales en la zona de Manchester, Nottingham, Leeds, también hacemos los llamados Studio Concerts, que salen en directo por la radio cada martes. Son conciertos extraños, porque aunque apenas hay público en el plató tenemos que entregarnos al máximo, pues lo están radiando para 20 millones de personas. Tenemos también un contrato con el sello Chandos para grabar mucha música, incluido una serie de discos de repertorio español y latinoamericano. A eso hay que sumarle los PROMS, las giras... hay épocas en las que tenemos que tocar hasta tres programas diferentes en una sola semana.
Al frente de la BOS hizo un notable esfuerzo por programar y grabar música de autores vascos. ¿Es posible seguir trabajando en ello desde su nueva posición internacional?
Al frente de la BBC es complejo, aunque ya he conseguido tocar música de Guridi y pronto grabaremos un disco de Arriaga. Y ahora estamos en gira con la «Obertura» de «Ramontxu», de Pierné, que además hemos grabado completo. Pero en el Reino Unido, como ya se sabe, son muy dados a los compositores ingleses, sobre todo en música contemporánea. Estos dos primeros años han sido para mí el momento de establecerme y encontrar un equilibrio en mi nuevo trabajo, pero renuevo por tres años y está entre mis objetivos reivindicar otros repertorios.
¿Se conoce algo de la música vasca entre las orquestas extranjeras?
Música vasca es sinónimo de Arriaga, sobre todo de sus cuartetos de cuerda. En cantidad de orquestas a las que he ido con la «Sinfonía en Re» o la «Obertura de los esclavos felices» se me han acercado los instrumentistas de cuerda hablándome de los cuartetos. En un entorno más cercano, europeo, se conocen algunos autores más. Gabriel Erkoreka, por ejemplo, es bastante conocido en Londres. No somos tan desconocidos como creemos, y el Guggenheim es una imagen que nos ha llevado al mundo.
Su nueva carrera internacional le ha alejado, inevitablemente, de Euskal Herria. ¿Le gustaría poder volver más a menudo?
Vengo lo que puedo. Las dos últimas temporadas, por ejemplo, he dirigido a la Orquesta de Nafarroa, lo que siendo navarro por parte de madre me ha hecho mucha ilusión. Con la Orquesta de Euskadi hicimos un bonito disco dedicado a Bernaola. Pero el problema es que yo no tengo fechas disponibles. Trabajo 22 semanas con la Filarmónica de la BBC, están luego mis compromisos con otras formaciones y, ante todo, tengo familia y quiero estar con ella. Necesito cerrar mis compromisos con mucha antelación, mi agenda está completa hasta el 2016. Pero en nuestro país no se trabaja con esa previsión.

Entrenatzailea, gasteiztarra erabat, euskaltzale sutsua... eta gure maisua

Aizarotz: cómo contrarrestar el despoblamiento rural

Un soplo de solidaridad hermana Iruñea y Palestina

«Guretzat hip-hopa da gure historia kontatzeko erreminta egokiena»
