Andrea Motis, talento y juventud

De eso no hay duda, tiene ambas cosas. De hecho, en cualquier artista con su perfil -muy precoz, casi rozando el aura de niño prodigio-, talento y juventud van de la mano hasta el punto de que la consideración por lo primero es inversamente proporcional a lo segundo. Andrea Motis está en boca de todos por la conjunción de ambas cosas en una carrera meteórica en el jazz estatal (si es que algo así puede existir en nuestro reducido y marginal espectro jazzístico). Y no es para menos: canta, toca trompeta y saxo, lleva casi 6 años como profesional y aún no ha cumplido los 20. Casi nada.
Toca bien y canta aún mejor, sí, pero su edad y experiencia limitadas ejercen un ligero peso sobre ella, dejando ver en varios momentos del concierto que aún le queda mucho camino para jugar en las grandes ligas. Estas deficiencias están condicionadas -quién sabe si incluso provocadas- por la dirección de su música y por el grupo que la acompaña, co-liderado junto al saxofonista y contrabajista Joan Chamorro (que es a su vez profesor y descubridor de Motis). Voy a intentar explicarme adecuadamente. El grupo de Andrea Motis y Joan Chamorro factura un jazz muy ortodoxo, sin ningún espacio para el riesgo o cualquier aspecto creativo que vaya más allá de la música que se puede escuchar en bares o restaurantes. Todo está bien tocado y suena agradable, pero es un caldo de cultivo en el que ningún artista puede desarrollarse, porque todo en él es forma. No hay duda de la fineza y buen hacer de músicos como Ignasi Terraza, Esteve Pi o Josep Traver, pero el concierto de Gasteiz sonaba a amenización, no al jazz que uno aspira a escuchar en un festival internacional.
El principal, por no decir único, valor del grupo es la sofisticada voz de Motis (tanto en timbre como en fraseo y entonación) y, en menor medida, algunas de sus intervenciones a la trompeta, con frases certeras lanzadas con musicalidad y buen gusto. Es decir, que el interés del grupo radica, casi exclusivamente, en la juventud y talento de Andrea Motis. Pero ojo: la edad es una circunstancia, no un valor, y el talento, sin el entorno adecuado, se estanca. Por eso, el grupo que escuchamos en Vitoria sonó un poco a jaula de oro. Nadie duda de la excelente labor de Chamorro formando a Motis (y a muchos otros jóvenes) y regando un terreno sobre el que ella ha crecido de manera asombrosa, pero en directo es evidente que es el momento de que la joven y talentosa Motis emprenda el vuelo y se rodee de músicos y música con mayores desafíos.

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