Joseba VIVANCO
Fútbol internacional

Bad boys, bad boys

Rooney festeja un gol riéndose de sus críticos e Ibrahimovic patina al llamar «país de mierda» a Francia.

Robiee Williams dijo de él que era «joven, talentoso y un personaje; tiene todo para ser una estrella de rock», pero el chico que apuntaba a ganarse la vida con los puños terminó haciéndolo con los pies. De un barrio peligroso como Croxteth al `Teatro de los Sueños' de Old Trafford, de acudir al gimnasio de su tío por las tardes para practicar boxeo a hacerlo al césped de entrenamiento de la cantera del Everton. El domingo pasado el sensacionalismo inglés se desayunó con la exclusiva de ``The Sun'', que reveló un vídeo donde se veía al defensa del Stoke, Phil Bardsley, boxear con Wayne Rooney en la cocina del delantero del Manchester United. Tras un intercambio tímido de golpes, el primero le propinó un gancho a Rooney que noqueó al capitán de los Pross.

El incidente guarda cierta similitud con la `silla del dentista' de otro bad boy, Paul Gascoigne. Fue durante el verano de 1996, antes de la Eurocopa inglesa, cuando trascendieron fotos de las orgías alcohólicas de los integrantes de la selección, ingiriendo con profusión sentados en una silla, cabeza en alto, boca abierta y dos botellas derramando su interior sobre la garganta de Teddy Sheringham. Y entonces apareció Gazza para en plena competición anotar un gol y simular la «silla del dentista»: Gascoigne se lanzó al suelo esperando a sus compañeros, que cogieron la botella de agua del portero escocés Goram y le dispararon contra la cara.

Este fin de semana, Wayne marcó uno de los tres tantos con los que en media hora su United despachó al Tottenham Hotspurs, y ni corto ni perezoso, Rooney se burló del incidente en su cocina, simuló un cruce de golpes de boxeo y se dejó caer de espaldas sobre la hierba. Ya lo dijo una vez el propio jugador sobre su intempestiva vida privada, «hablé con (Paul) Gascoigne y me dio muchísimos consejos muy útiles». Te creemos.

El legendario Ryan Giggs es hoy segundo de Luis van Gaal en el banquillo del Manchester. Cierta vez, el galés del que Sir Alex Fergusson dijera que parece «un cocker spaniel persiguiendo un pedazo de papel de plata volando en el aire», ponía en entredicho a los jóvenes futbolistas ingleses, que ya no barren el vestuario, ni limpian las botas de los veteranos del equipo... «Ya no hacen esas cosas. Dios sabrá por qué no. Experiencias de este tipo te dan disciplina y te enseñan respeto», regañaba cual viejo gruñón. Hace unos años se casó con la madre de sus dos hijos, en la intimidad; Rooney con su novia de toda la vida, con la que salía desde que era un crío, y vendió la exclusiva a una revista.

A Wayne, cuyas dotes futbolísticas y goleadoras nadie le discutirá jamás, la prensa rosa de su país le ha pillado en más de un escarceo amoroso, y aun así su matrimonio se ha mantenido milagrosamente a flote. Al `principito' francés del Manchester City, Samir Nasri, le puede costar caro si nos atenemos a cómo se las gasta su novia. El joven jugador ha sido `cazado' en actitud cariñosa con la conocida actriz norteamericana Lindsay Lohan, de escala en París. Teniendo en cuenta que su actual compañera, la cantante y modelo Anara Atanes, tuiteó cuando Nasri fue excluido de la selección Blue un expresivo «¡Que se jodan Francia y Deschamps! ¡Vaya entrenador de mierda!», la que ahora le puede caer al futbolista puede ser de aúpa.

Wayne y Nasri, United y City, se disputan ahora mismo la segunda plaza en la Premier, con permiso del Arsenal. El exdevil Paul Scholes decía esta semana sobre los Gunners de Arsene Wenger que «ya no luchan por ser el mejor equipo, ahora se conforman con ser cuartos cada año». Quizá debiera mirarse el ombligo, porque su Manchester no ganará ningún título por tercera vez en los últimos 4 años.

Pero de momento los Red Devils ganaron y se colocan a solo dos puntos de los Citizens, que contra todo pronóstico salieron derrotados por un solitario gol en casa del antepenúltimo, el Burnley, y Manuel Pellegrini tiene los días contados en el Etihad Stadium. Preguntado el técnico rival por cómo ve la lucha por el título, Sean Dyche, apodado `el Mourinho pelirrojo' por su audacia, se dio por aludido: «¿Por qué no? ¡Vamos allá!».

Entre City y United se ha metido, a la chita callando, un Arsenal que sigue ganando partidos y ya es tercero, a uno del City, y todo esto sin olvidar a un Liverpool, quinto, y el aviso de su técnico Brendan Rodgers: «Podemos ser segundos». Los puestos de Champions en la Premier, en un pañuelo. Porque el Chelsea marcha destacado en un liderato que no se le puede escapar a pesar del tropiezo de esta jornada en casa ante el Southampton. «Contra el Chelsea necesitas buena defensa, un buen portero y un poco de suerte. Tuvimos las tres», resumió luego el empate el entrenador de los Saints Ronald Koeman.

Lo cierto es que a los de José Mourinho les está pasando factura la temporada y los escasos recursos en los que confía el luso. Todos los integrantes de su once titular esta semana habían sido titulares en al menos 20 de los 28 partidos de Liga anteriores. La buena noticia fue que Diego Costa marcó su gol 18, la mala que Fábregas recibió pitidos de su público. El hijo de Mourinho escribió en Instagram que los fans de los Blues son una «vergüenza y los peores que he visto nunca» por abuchear a Cesc. José Mario, de 15 años y portero del Fulham londinenses, también dijo que «todo el personal del Chelsea odia a los fans». De padres gatos...

Bielsa, quiérele para ganar

Zlatan Ibrahimovic también tiene hijos, dos. Con un padre afectado por la guerra de Bosnia y el alcohol, Zlatan creció en un gueto sueco donde «violar la ley» era un pasatiempo y en el seno de una familia pobre, muy pobre. «No tenía hambre, tenía mucha hambre», confiesa en sus memorias. No extraña que lo único que pidiese a su mujer es que la nevera siempre estuviera llena para sus hijos. Por ellos, como la Esteban, ¡maaata! En una ocasión se las tuvo con un reportero que empujó a uno de sus retoños; en otra no tuvo reparo en recriminar a un compañero en el PSG que «mi hijo juega mejor que tú».

Ibrahimovic es blanco o negro, sin matices, lo tomas o lo dejas. «No soy un bad boy. Soy normal. Los demás piensan que soy un bad boy. Me gusta. Me gusta tener esta imagen. Prefiero eso a ser perfecto», dijo en una ocasión. Esta vez, para muchos, ha cruzado la raya. «En 15 años nunca he visto un árbitro como este. En este país de mierda. Este país no merece al PSG. Somos demasiado buenos para este país», soltó delante de las cámaras de televisión mientras se le atragantaba camino del vestuario la inesperada derrota 3-2 en casa del Girondins.

Le han llovido palos por todos los lados, Marine Le Pen, la líder ultraderechista francesa, le ha invitado a que se vaya del país, mientras Zlatan ha pedido disculpas y aclarado que solo hablaba de fútbol. Un exceso verbal por el que le pueden caer cuatro partidos y que dejó casi en un segundo plano el esperado Olympique de Marsella, tercero, ante el Lyon, primero, que acabó en tablas, a cero pero con un gol injustamente anulado a los locales, con mucha intensidad y alto nivel en un Velodrome que volvió a dictar sentencia en las gradas: ``Bielsa no se marcha''. Pero el adiós del rosarino parece cantado. «Cuando un grupo no necesita recibir órdenes para hacer lo necesario porque tienen impulsos internos para hacer esto, el trabajo del entrenador no es necesario», sostuvo en la previa del partido.

En algunos clubes importantes del Calcio empiezan a dudar también si sus entrenadores son necesarios. Rafa Benítez no termina de conseguir que su Napoli deje de dar una de cal y otra de arena, esta vez ante el Hellas Verona, 2-0, con doppietta de Luca Toni, seis goles del `bomber' gialloblu en los últimos seis partidos, y a dos meses de cumplir los 38 años.

Rudi García y su Roma han dicho adiós al Scudetto tras perder este lunes, y el francés ha sido sincero: «No quiero ser un lastre para la Roma, al final haremos balance». Otro tanto sucede en Milán. Allí, Pipo Inzhagi sobrevive quién sabe si a sus últimas horas, tras volver a caer su equipo esta vez ante una Fiorentina que llevó en volandas el exbético Joaquín. A su colega Roberto Mancini no le va mucho mejor en el Inter. «No me esperaba esto, la verdad» decía después del empate del penúltimo clasificado, el Cesena, en San Siro. Entre abucheos se fueron los nerazurri. Horas bajas para todos estos grandes. Ni siquiera el nuevo Cagliari de Zeman pasó del empate, mientras la Juventus va a lo suyo, y esta vez con un gol-partita del exmerengue Morata en Palermo pone rumbo definitivo hacia el título.

Algo así como el Bayern, que volvió a golear, 0-4 ante el Werder Bremen. Abrió la lata Thomas Müller, el hombre que susurra a los caballos. Durante el Mundial brasileño confesó con su conocido humor que «cada vez tengo más la impresión de que la pierna izquierda me puede valer para algo más que para ir a por cerveza». Este domingo, su zurda guió la pelota desde la frontal con una parábola imposible para la manopla del portero. Aunque para mano la del técnico del Mainz, Martin Schmidt, que no se le ocurrió otra que tocarle el trasero a su jefa de prensa tras acabar el partido con victoria de los suyos; cara de asombro, sonrisa cómplice y abrazo entre ambos... Como cantaba Bod Marley, «bad boys, bad boys whatcha gonna do whatcha gonna do? When they come for you?»... Chicos malos, qué van a hacer cuando vengan por ustedes... «Je suis Zlatan».