Elkarrizketa
Philippe BLANCHET
Sociolingüísta y creador del término «glotofobia»

«En Francia hay 10 millones de personas que han sido víctimas de discriminación lingüística»

Este jueves ha avanzado en la Asamblea Nacional la proposición de ley para castigar la glotofobia y añadir la discriminación por el acento a la de la homofobia, la xenofobia… Philippe Blanchet explica la magnitud de dicha discriminación.

Philippe Blanchet. (Bob EDME)
Philippe Blanchet. (Bob EDME)

La glotofobia puede parecer algo menor, pero la discriminación lingüística está muy extendida en el Estado francés, el 16% de la población dice haber sido víctima por hablar con un acento que no se corresponde con los estándares parisinos, en la búsqueda de empleo. Philippe Blanchet es profesor de sociolingüística y didáctica de lenguas en la Universidad de Rennes 2 en Bretaña, y creador del neologismo ‘glotofobia’, constituido por el prefijo ‘gloto’ (lengua) y ‘fobia’ (odio o rechazo). Defiende la necesidad de una ley que castigue dicha discriminación, junto con otras discriminaciones como la de raza, orientación sexual, creencia religiosa..., y este jueves se dio el primer paso en ese sentido tras haber sido aprovada en la Asamblea Nacional. Ahora, para ser inscrita en el Código Penal necesitará ser aceptada también en el Senado.

La problemática de la glotofobia ligada al acento tiene doble actualidad, ya que el primer ministro, Jean Castex tiene acento meridional, uno de los más estigmatizados, y cuando el 3 de julio de este año se dio a conocer su nombramiento las burlas sobre su acento se extendieron en los redes sociales, incluso en algunos medios de comunicación parisinos de ámbito estatal.

Para entender el porqué de está proposición de ley, es necesario conocer la situación que se vive en el Estado francés, que no es la misma que los estados que la rodean. Usted ha declarado repetidamente que el Estado francés es especialmente glotófobo...
Sí, toda la historia de la construcción de Francia moderna, sobre todo después de la Revolución Francesa, está basada en ello. En Francia vivimos en una dictadura lingüística, los derechos lingüísticos no se respetan, y para hacerlos valer hay un combate. Hay que hacer valer el derecho de hablar en otra lengua que no sea el francés, que se tiene derecho de hablar en vasco cuando se es vasco en el País Vasco, que se tiene derecho a tener un acento.

Estamos ante un estado que ha erigido la glotofobia como principio de la identidad nacional. El francés es la lengua sagrada de la identidad nacional francesa. Se obliga a hablar francés y a hacerlo como los parisinos.

La ley fue discutida la semana pasada, y ha sido votada en la Asamblea Nacional en primera lectura este jueves. Usted fue consultado por el Comité de Leyes dentro del proceso institucional...
Antes de que se presentase en la Asamblea Nacional, me preguntaron cuál era el problema que debía de tratar, y qué efecto puede tener hacer una ley. Fue muy interesante porque había parlamentarios que son favorables al proyecto de ley y que trataban de imaginar las objeciones. Les ayudé a encontrar respuestas.

¿Cuáles fueron las objeciones y sus respuestas?
No se trata solo de las objeciones parlamentarias, son siempre las mismas objeciones. Es decir, que se trata de un problema menor, no serviría de nada tratarlo legalmente, y hay que dejar de crear leyes en general, y tratar de judicializar todo. Yo les respondí que había investigaciones cualitativas y cuantitativas, hay una encuesta presentada este año que mostraba que se trata de una discriminación muy extendida. Se calcula que en Francia hay 10 millones de personas que han sido víctimas de discriminación real, sobre todo en lo que representa el acceso al trabajo debido a su acento.

Crear la ley supondría que el pretexto del acento no es legítimo y no es aceptable para tratar a la gente de manera diferente, porque la lengua y su manera de hablarla es un atributo de la persona, como el color de su piel, la forma de sus ojos, su apellido, sus convicciones políticas o su orientación sexual, y que por lo tanto se trata de rechazar la persona en sí misma, por lo que es importante castigarlo. Les recordé que las leyes internacionales prohíben la discriminación lingüística y que Francia no las respeta, o por lo menos no de manera correcta. Y que era importante trasladar a la ley francesa, las leyes internacionales, para que se apliquen mejor.

En 2016 se empezó a inscribir la discriminación lingüística en la legislación francesa, que prohibe la discriminación de las personas que hablen otra lengua que no sea el francés, ahora falta la cuestión de la variación del francés. Hay variaciones regionales del francés, al igual que hay lenguas regionales, y también variaciones sociales. En Francia está bien burlarse de una persona por su acento, es normal no contratarlas porque su pronunciación no es aceptable… Como mucha gente piensa eso en Francia, la idea es que la ley tenga tanto el efecto concreto, que permita denunciarlo si se dice claramente. Y que también tenga un efecto educativo; si es punible por la ley, es que no está bien.

Las reacciones en París han sido contrarias a la ley en muchos ámbitos, incluidos los medios...
Sí, porque ellos no se dan cuenta de que forman parte de los privilegiados, o no se dan cuenta de lo que sufren los dominados, por decirlo de una manera política. Se trata de una discriminación en el origen mismo, ya que la forma de hablar el francés está ligada a la procedencia regional, y que los acentos son el contacto con otras lenguas. Es porque ese ha sido el idioma de origen, históricamente, como el alsaciano, el vasco…  Es el complejo de Colón, yo soy el modelo, yo soy la verdad, el asimilacionismo es una idea muy extendida en Francia.

Se trata, por lo tanto, de una discriminación que está ligada a la discriminación de las lenguas regionales del Estado.
Sí. Cuando se oye hablar a los políticos de la Tercera y Cuarta República, es decir la primera mitad del siglo XX, incluso el presidente tiene un acento marcado. Hasta 1950, el combate del Estado era contra las otras lenguas de Francia; con que la gente hablara francés, ya era suficiente, esa era la victoria, daba igual cómo. A partir de 1950-1960, ese combate ya lo ganó, casi todos los franceses saben francés, es la época en la que se empieza a educar a los niños en francés, incluso en las familias. Los padres renuncian a su lengua porque han aprendido el francés en la escuela y se lo enseñan a sus hijos, en vez de hablarles en bearnés, vasco, provenzal o picardí. De modo que el primer combate lingüístico del Estado francés se ha ganado.

Y entonces se pasa a la segunda fase, ya que prácticamente se han vencido las lenguas regionales (no del todo, pero globalmente sí). Se pasa a hacer desaparecer la identidad regional. Porque en la ideología nacional francesa hay un centralismo lingüístico muy fuerte, un proyecto de unificación, y de uniformización, de la población.

Es decir, todo el mundo va a hablar la misma lengua, e idealmente (aunque yo no estoy de acuerdo, y no creo que sea posible) de la misma manera. Por lo que se trata del mismo combate, es un combate asimilacionista de ideología colonial. Muchos estudios han mostrado que la política lingüística que se ha llevado a cabo en Francia es la misma que el Estado impuso en sus colonias exteriores, en Magreb, en Martinica… Una política asimilacionista que en el fondo, es un pensamiento colonial: «Somos superiores, somos el modelo, os hemos conquistado, y ahora debéis asimilarnos a nosotros, ser como exactamente nosotros, hablar como nosotros, pensar como nosotros».

¿Podría darnos un ejemplo de esas discriminaciones cualitativas?
Publicamos un libro que se titula ‘Je n'ai plus osé ouvrir la bouche’ (Ya no me he atrevido a abrir la boca), que recoge testimonios, y no solo ligadas al empleo, también hay de discriminación al acceso a la educación, a servicios, a derechos… Siguiendo con el ejemplo del empleo, tengo muchísimos ejemplos de personas que pasan una entrevista de trabajo, o a oposiciones, en la parte oral una vez aprobado la parte escrita. Sobre todo si se trata de ser profesor, administrativo…

Un ejemplo recurrente es el que, tras haber pasado el examen escrito para ser profesor de matemáticas, se le dice explícitamente que con ese acento no puede serlo. Otro testimonio es de una persona que es de Gascoña, una persona con muy buena formación, y en la entrevista en cuanto se pone a hablar todo el mundo se echa a reír, y dice que en ese momento entendió que no conseguiría el trabajo, y efectivamente no lo consiguió.

También están las personas que han sido contratadas, a las que se les ha dicho que si quieren ser ascendidas deberán de corregir su pronunciación. Hay gente que va al logopeda como si fuese una patología, porque si no su carrera se da por perdida.

Además de esa discriminación tan patente, están los pequeños comentarios, que cuando se repiten constantemente resultan difíciles de soportar.
Sí, precisamente esa es la diferencia entre la discriminación y la estigmatización. Para que la gente sea discriminada, es necesario que una de sus características sea estigmatizada, su religión, su color de piel, su orientación sexual… su lengua, o su manera de pronunciarla. Esta estigmatización no siempre acaba siendo una discriminación. Mucha gente no ha entendido lo que supone la ley, hay gente que dice que ahora no podrá reírse del acento del sur, la ley no pretende prohibir las burlas, sino de la discriminación, que no es lo mismo.

Esta estigmatización está muy presente, y la gente la vive muy mal, hay mucho sufrimiento en ello, hay gente que es humillada regularmente y representada de una manera caricaturesca. Esos comentarios de todos los días que desacreditan a la persona y que son despectivos –incluso aunque algunas veces no sea malintencionado, la gente cree que es solamente para reír– son una forma de humillación. Para la gente que vive eso todo el tiempo es insoportable, es casi una forma de acoso, acoso lingüístico.

A nivel cuantitativo, un sondeo ha mostrado que son un número muy importante de personas las que se han sentido discriminadas.
Sí, se trata de un sondeo que se ha dado a conocer a primeros de año. Ha sido publicado en el libro de Jean-Michel Apathie y Michel Feltin-Palas que se titula ‘J’ai un accent, et alors?’ (Tengo un acento, ¿y qué?’). Es un libro que denuncia las estimaciones y las discriminaciones que sufre la gente en Francia, y no solo los acentos regionales, sino todos los tipos de acentos.

Esta encuesta muestra lo que nosotros ya habíamos visto en nuestras investigaciones cualitativas; hay un francés de cada dos, una francesa de cada dos, que dice tener acento, un cuarto que dice tener un acento marcado, que se nota fácilmente al hablar, y entre esa gente, la mitad dice haber sido víctima de bromas, de burlas o de humillaciones, y hay un 16% de la población que dicen haber sido discriminados en la búsqueda de empleo. Eso representa alrededor de 10 millones de personas. Tiene efecto en todas las capas sociales, se expresa públicamente en todos los sectores socio-económicos.

Incluso Jean Castex, el primer ministro, ha sufrido dicha glotofobia...
Cuando fue nombrado, enseguida se vio en las redes sociales, incluso en la prensa, algunos periodistas se burlaban de él de manera realmente despectiva. A veces se trataban tan solo de bromas, pero a veces era claramente desprecio. No me sorprendió, porque en la ideología nacional francesa se supone que no se puede acceder a un puesto de alta responsabilidad, que encarna la nación, si se tiene un acento. Estos puestos están reservados a la élite parisina, y a los que han decidido hacerlo de tal manera.

La nominación sorprendió, porque es la primera vez. Desde el comienzo de la Quinta República, en 1958, no ha habido ningún político que haya llevado una carrera a nivel nacional de muy alto nivel que tenga un acento marcado. Ha habido algunos ministros, pero se pueden contar con los dedos de la mano. De hecho Castex se ha tenido que justificar, y dijo que el acento formaba parte de él, y tiene derecho de ser así.

Lo que me ha llamado la atención es que esta vez también ha habido un movimiento de apoyo. Es algo raro, muestra que hay algo que está cambiando en la sociedad. Este proyecto de ley se votará en la Asamblea Nacional, fue aceptado por la Comisión de Leyes por todos los grupos parlamentarios representados en ella, se está avanzando. No hay que olvidar que es el tercero que se propone, y los otros dos no llegaron a votarse en el Parlamento. Se trata de una ley muy simple, ya que se trata de añadir el acento al artículo 225 del Código Penal.

¿Cree que hay posibilidades de que la ley sea aprobada?
Sí, he hablado mucho con el diputado que ha propuesto la ley, y aparentemente tiene apoyo de varios grupos parlamentarios, por lo que espera que está vez será aprobada.

¿El hecho de que Jean Castex sea primer ministro puede ayudar?
Sí, el diputado que ha propuesto la ley es del mismo grupo parlamentario que el primer ministro y tienen la mayoría en la Asamblea Nacional, aunque no en el Senado. Puede ser que por solidaridad con su primer ministro, después de haber sido víctima de burlas, voten a favor.