Beñat Zaldua
Edukien erredakzio burua / jefe de redacción de contenidos

La semana pasada se detectó el 13,5% de los positivos registrados en toda la pandemia

En la última semana, es decir, en el 1% del tiempo transcurrido desde que la pandemia llegó a tierras vascas, se registraron 87.603 casos. Es el 13,5% del total de casos detectados durante todo este tiempo, y nos habla de la capacidad infecciosa de la variante ómicron.

Centro de autotest puesto en marcha en Donostia.
Centro de autotest puesto en marcha en Donostia. (Gorka RUBIO | FOKU)

Han pasado exactamente 96 semanas desde que el coronavirus llegó a las estadísticas vascas. Al territorio, ahora lo sabemos sobradamente, había llegado, como mínimo, semanas antes. Durante este tiempo, los sistemas sanitarios de Nafarroa y la CAV registraron hasta el pasado domingo un total de 548.306 casos.

Pues bien, solo en la última semana, del 27 de diciembre al 2 de enero, se registraron 87.603 casos. Es decir, en tan solo el 1% del tiempo transcurrido desde que la pandemia llegó a Euskal Herria, Nafarroa y la CAV han registrado el 13,5% de los casos totales detectados durante estos casi dos años de pandemia.

La cifra nos habla de hasta qué punto la variante ómicron está cambiando las pautas de infección que conocíamos hasta ahora. Tanto que hay investigadores que se preguntan si no estaremos ante el virus con la propagación más veloz de la historia de la humanidad.

No solo se trata de que la tasa de reproducción –las personas a las que un infectado contagia de media– pueda ser mayor que la de las cepas anteriores; también parece ser que un infectado puede empezar a contagiar en menor periodo de tiempo, lo que acorta mucho los ritmos, haciendo que las infecciones puedan multiplicarse de forma exponencial cada poco tiempo.

Las cifras de las últimas semanas en la CAV nos hablan de ese crecimiento exponencial. Del 13 al 19 de diciembre se registraron 14.928 casos. En la semana siguiente fueron 30.753, y como se ha dicho, en esta última 67.573.

Tasa de positividad

A esto hay que sumar el hecho indiscutible de que los casos son muchísimos más de los que se están detectando. A falta de información sobre los contagios reales que se están dando, la pista más clara nos la da la tasa de positividad. Es decir, la proporción de positivos encontrados respecto a los test realizados. Cuanto mayor es la tasa, mayor es la transmisión y, por ende, la cantidad de positivos que están escapando al control.

Pues bien, la CAV ronda los últimos días una tasa en torno al 35%, cuando en las anteriores olas superar el 10% era ya un escándalo. En Nafarroa, donde el protocolo ya no contempla realizar test a contactos asintomáticos, la tasa lleva varios días por encima del 40%, y el pasado domingo alcanzó el 51,20%. Es una cifra que no se alcanzó ni en los primeros compases de la pandemia, cuando no había material para hacer las PCR.

Suena casi a chiste a estas alturas, pero la OMS considera que, para controlar la transmisión del virus, esta tasa debe mantenerse por debajo del 5%.

Con el otro ojo en los hospitales

La otra cara de la moneda es un menor índice de hospitalizaciones. Algo que hay que agradecer en primer término a las vacunas, que siguen protegiendo ante la posibilidad de desarrollar una enfermedad grave, y probablemente a las características de ómicron, que reducen las infecciones graves en una medida todavía difícilmente cuantificable.

Que esto es así resulta indiscutible. Aunque todavía no haya llegado el impacto de esta última semana a los hospitales, la semana previa también fue de récord, y sin embargo, tanto las plantas como las UCI de los hospitales siguen por debajo de las cotas alcanzadas en olas anteriores.

Pero resulta igualmente indiscutible que un crecimiento exponencial mantenido del virus puede acabar saturando también los hospitales. Y de momento, no hay signos de que los contagios mengüen. En la CAV, en solo una semana se ha pasado de 381 ingresados en planta a 560, cada vez más cerca de las 632 camas ocupadas, por ejemplo, durante la ola del pasado invierno.