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La ayuda exterior tarda en llegar a una Siria dividida y bajo sanciones

Las cifras de víctimas del seísmo siguen aumentando en Turquía, Siria y Kurdistán, la ayuda exterior llega con dificultad y se agota el tiempo para las labores de rescate. En una Siria dividida, Damasco lidia con las sanciones y las zonas bajo control de grupos islamistas carecen de medios

Las personas se paran cerca de una hoguera en medio de los escombros de los edificios derrumbados en Kahramanmaras.
Las personas se paran cerca de una hoguera en medio de los escombros de los edificios derrumbados en Kahramanmaras. (Ozan KOSE | AFP)

Tres días después de los terremotos de magnitud 7,8 y 7,6 seguidos con más de 400 réplicas, la ayuda tarda en llegar a los damnificados en Siria, Turquía y Kurdistán, donde los supervivientes se sienten solos ante la catástrofe agravada por temperaturas gélidas de hasta -6°.

Los daños en las carreteras añaden dificultades a las tareas de apoyo mientras el recuento oficial de víctimas es, según el último balance de este jueves, de 15.500 muertos, que incluye casi 13.000 fallecidos en territorio turco y más de 3.000 en Siria. Los heridos ascenderían a más de 60.000.

En el caso de Siria, la división del país y las consecuencias de 12 años de guerra aumentan los problemas. En Jandairis, en la zona controlada por grupos islamistas, uno de ellos relataba que podía haber entre 400 y 500 personas atrapadas en cada edificio derrumbado mientras solo diez personas intentaban rescatarlas sin máquinas. Y los edificios que no se han derrumbado están muy dañados.

En la ciudad de Besnaya, en la frontera con Turquía, Malik Ibrahim retiraba los escombros para buscar a treinta miembros de su familia enterados en las ruinas. Aunque quedaban veinte por encontrar. «No tengo palabras, es una catástrofe. Nuestros recuerdos están enterrados con ellos», señalaba este hombre de 40 años que ya tuvo que dejar su hogar hace algunos años por la guerra para refugiarse en la provincia de Idleb.

Desde las zonas que escapan al control del Gobierno sirio los Cascos Blancos (organización de protección civil) imploran ayuda a la comunidad internacional porque «la gente muere cada segundo bajo los escombros».

Actúan en la zona de Idleb, donde viven unos tres millones de personas y está controlada por el grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS).

Esta región depende de la ayuda de Ankara, que tutela a los grupos armados que la controlan. Pero las autoridades turcas ni siquiera llegan a atender el desastre en su propio territorio.

Más de 3.300 voluntarios de Cascos Blancos se han movilizado, pero afirman que les faltan personal y medios, por lo que demandan equipo pesado y repuestos.

Reciben financiación exterior, y Gran Bretaña anunció una ayuda adicional de unos 900.000 euros. Egipto, por su parte, envió un equipo técnico y médicos.

Pero la ayuda llega a Idleb a través de un único punto de cruce desde Turquía -Bab al-Hawa-, y la carretera que conduce hasta allí ha resultado dañada. Desde el terremoto no ha llegado apoyo alguno. La ONU espera abrir esta vía hoy y planea, además, llevar ayuda desde áreas en manos del Gobierno sirio en los próximos días. En zonas bajo control gubernamental -donde casi 300.000 personas han tenido que abandonar sus hogares- sí que han llegado suministros y personal de rescate, enviados sobre todo por países árabes como Argelia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Libia, Líbano o Irak, además de Irán, Rusia o India. Además, en Alepo, los soldados rusos colaboran en los rescates.

Pero las sanciones internacionales contra Siria obstaculizan la llegada de la ayuda y el ministro sirio de Exteriores, Faisal al-Miqdad, denunció que están «exacerbando el desastre», pese a que, según las leyes internacionales, estas no se aplican a la ayuda humanitaria. Por ello, las autoridades sirias solicitaron formalmente ayuda de la Unión Europea. Bruselas pidió a los Estados miembros que atiendan la petición de Damasco.

Por su parte, EEUU dijo que llevará ayuda humanitaria a los afectados en Siria, pero garantizó que la misma «no llegará al régimen».

La Media Luna Roja ha pedido que se levanten las sanciones contra Siria para poder enviar la ayuda.

Problemas en Turquía

También en Turquía los rescatistas trabajan bajo un frío glacial dos días después del terremoto. El mal tiempo complica las tareas de rescate en las primeras 72 horas cruciales para encontrar supervivientes, pero algunos logros mantienen la esperanza. En la provincia de Hatay se consiguió sacar a varios niños y adolescentes de entre los escombros de un edificio. «De repente, escuchamos voces y gracias a la excavadora (...) pudimos sacar inmediatamente a tres personas al mismo tiempo. Esperamos que haya más (…), las posibilidades de poder sacar con vida a gente de aquí son muy altas», relató uno de los rescatistas.

En esta provincia, la ciudad de Antakya ha quedado en ruinas, sumergida en una espesa nube de polvo debido a las máquinas que cavan entre los escombros. Hasta donde alcanza la vista, solo hay edificios total o parcialmente derrumbados. Aquellos que todavía aguantan están profundamente agrietados y nadie se atreve a quedarse allí.

En el epicentro del terremoto, en Kahramanmaras, una ciudad de más de un millón de habitantes devastada y enterrada bajo la nieve, los habitantes denunciaban el martes la ausencia del Estado, cuando todavía no había llegado ninguna ayuda, al igual que en otras ciudades del sur de Turquía y de Kurdistán.

Ante la oleada de críticas, las autoridades restringieron el acceso a internet.

Erdogan reconoce «deficiencias» en la respuesta

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, reconoció ayer las deficiencias en la respuesta al terremoto que asoló su país, Kurdistán y Siria, pero arremetió contra las cada vez más numerosas críticas. «Claro que hay carencias, es imposible estar preparados para un desastre así», afirmó el jefe de Estado, que visitó la provincia de Hatay, una de las más afectadas. «Algunas personas deshonestas y deshonrosas han publicado declaraciones falsas como ‘no hemos visto soldados ni policías’. Nuestros soldados y policías son personas honorables. No vamos a permitir que personas de mala reputación hablen de ellos de esa manera», denunció Erdogan.

El presidente turco dijo que se habían desplegado 21.000 miembros del personal de socorro solo en Hatay. A menos de cuatro meses de las elecciones presidenciales también prometió que cada familia damnificada recibirá 10.000 liras turcas (cerca de 500 euros), y que Ankara lanzará «operaciones masivas de vivienda».

Pero entre los escombros de los edificios en una docena de ciudades devastadas los supervivientes que esperan ayuda han criticado duramente al Gobierno turco, y especialmente a Erdogan, por la ausencia del Estado para hacer frente a una tragedia agravada por la lluvia y el frío.