Arnaitz Gorriti
Kirol-erredaktorea, saskibaloian espezializatua / redactor deportivo, especialista de Baloncesto
Elkarrizketa
Jaume Ponsarnau
Entrenador de Surne Bilbao Basket

«Jugamos para que nuestra actuación tenga una reacción del público»

Una hora de entrevista da para mucho, sobre todo si el entrevistado es un Jaume Ponsarnau siempre pausado y dispuesto a responder cuanto se le pregunte. Por eso, esta larga entrevista tendrá continuación en una segunda parte.

Jaume Ponsarnau, cara a cara.
Jaume Ponsarnau, cara a cara. (Marisol RAMIREZ | FOKU)

Esta entrevista tuvo lugar solo 24 horas antes de la lesión de Jeff Withey y el fichaje de urgencia del pívot heleno Georgios Tsalmpouris. Por tanto, varios de los planes que menciona el técnico de Tárrega tal vez no sean ya vigentes, pero seguramente sí su visión optimista del futuro, con el deseo de que el nuevo fichaje tenga la misma velocidad de adaptación e impacto que tuvo Adam Smith cuando sustituyó a Goudelock.

¿Después de tantos días sin baloncesto, siente «urgencias de drogadicto», que diría Vázquez-Montalbán?

Bueno, a nuestra manera hemos hecho mucho baloncesto. Analizas, le das vueltas, haces un análisis un poquito más profundo que la inmediatez del partido siguiente no te permite hacer. También hemos hecho pruebas, aunque hemos podido trabajar con poca parte del equipo, hemos hecho pruebas de a ver si a este jugador le iría bien hacer esto o esto otro; este sistema que hacemos, con este concepto cómo iría... Y sobre todo, que el equipo siga conectado con sus normas defensivas.

Estos son momentos bonitos para el entrenador, porque son momentos para experimentar, pero también para crecer. Da tiempo para «jugar a ser entrenador» y eso «entra por la vena» (sonríe).

Antes de seguir, ¿ha podido ver la Copa o ha preferido no seguirla?

Sí, sí. Me ha parecido una Copa muy bonita, de alto nivel y donde los entrenadores han sido muy importantes en la capacidad competitiva de los equipos. Con diferencia, una de las mejores Copas de los últimos años, en el que los dos favoritos, Barça y Real Madrid, estaban un poquito peor que en otros años. Y eso ha enriquecido a la Copa.

¿No estaban los rivales de Barça y Real Madrid bastante mejor que otros años?

Sin ninguna duda. Los otros han crecido realmente a nivel de juego. Tenerife que siempre está, Unicaja que este año ha vuelto y ha dado un paso gigantesco adelante, el mismo Joventut ha estado a un gran nivel competitivo. Nunca mejor dicho, estaban los ocho mejores.

¿Y no le dio rabia que no hubieran estado ustedes cuando les faltó bien poco y visto el resultado del torneo?

Sí... Pero la verdad es que, en el cómputo final de la primera vuelta, estos ocho equipos han sido mejores que nosotros y lo han sido porque nosotros en algún momento no hemos tenido la consistencia necesaria para llegar a ser uno de esos ocho.

Y no la hemos tenido por razones muy lógicas: lesiones, baja forma tras recuperarse de esas lesiones, todos los problemas que hemos tenido en la posición de base, el hecho de tener que reconstruirnos a una semana de empezar la competición y tener que crecer al mismo tiempo que la competición... Y una experiencia no regular para el club como es jugar Europa... Con todo esto, estamos muy satisfechos con lo que hemos hecho, pero sí que nos lamentamos un poco por ese pelín que creo que ha faltado.

Antes de centrarnos por entero en Bilbao Basket, ¿no es llamativo que los dos finalistas de Copa sean equipos de FIBA BCL y no haya ni uno de Euroliga?

Es un síntoma. La Euroliga es muy exigente. A nivel físico y en una competición como la Copa, requiere mucha mentalidad para encontrar tu mejor disposición para, a nivel de mentalización, afrontar la exigencia de la Copa de jugar y volver a jugar al día siguiente, y si pierdes te vuelves a casa. Los equipos de Euroliga no han tenido la fuerza mental que han tenido otros equipos.

¡Pero si son ellos los que tienen las más extensas plantillas y tienen más costumbre que nadie de jugar de seguido!

Pero también están más cansados de hacerlo. Creo que es humano lo que les ha pasado. Y nadie está condenado a ganar. Así, curiosamente, han sido los equipos de Euroliga los que no han encontrado el suficiente número de jugadores inspirados como para dominar los partidos a nivel de energía, que es donde, en principio, van a mejorar a partir de ahora. Y por contra, equipos como Unicaja, Tenerife o el mismo Joventut han demostrado tener más profundidad cuando no tenía que ser así.

Hablando de profundidad, felicidades por el regreso de Goudelock. ¿Qué tal ha regresado?

Aún le falta, ¿eh? En nuestro esquema mental, como jugador listo para competir, no lo tenemos en la cabeza. Sí que queremos que se recupere lo mejor posible, que es lo más importante.

¿Entrena en solitario o con el grupo?

De momento, absolutamente en solitario porque no le toca hacer nada en cosas en las que intervenga el tren inferior y sigue con su recuperación. Por eso digo que en nuestro esquema mental no está para competir, pero sí para recuperar su salud.

Al club le espera un mes de marzo muy cargado de partidos, supongo que sin Goudelock. ¿Hay alguna estimación de tiempo para que regrese?

Se estiman unas seis u ocho semanas. Todavía le resta tiempo y, según los diagnósticos médicos, está en un momento muy importante de su recuperación y que lo más importante para su futuro profesional es que se ponga bien, porque por ahora todavía no está bien.

Por tanto, por ahora no tiene que hacer un descarte entre sus tres extracomunitarios. ¡Bendito el día en el que deba hacer un descarte!

Será un síntoma de que el equipo puede ser mejor. Pero en estos casos, soy un entrenador muy pragmático; es decir, lo que me preocupa de Andrew es que se cure de cara a su futuro profesional, porque en para la realidad del equipo, entendemos que inmediatamente no nos puede ayudar.

BILBO COMO VIRTUD

Echando la vista atrás, ¡bendita la adaptación de Adam Smith! Porque lo ha tenido que hacer sobre la marcha.

Tuvimos un poquito de suerte con Adam. En aquel momento, obtener un jugador de ese nivel era muy difícil. todos los equipos estaban pendientes de los flecos que les tocaba mejorar para sus equipos,  y Adam, en realidad, estaba en el mercado por un malentendido, porque en principio contaba en que iba a seguir en el club en el que estaba –Hapoel Holon–. Pero al final el equipo cambió de entrenador y de repente un jugador de su nivel se queda compuesto y sin equipo.

Anteriormente habíamos probado con otros jugadores, pero en ese momento, los jugadores que había en el mercado querían ir a la G-League, cuando habían valorado la oportunidad de quedarse en Europa. Él –Adam Smith– no, y en ese sentido nos encontramos con un jugador motivado para venir con nosotros. Y una cosa que ayudó, fue el hecho de haber vivido la experiencia de la Final Four –de la FIBA BCL de 2022, disputada en Miribilla– y del grato recuerdo, suyo y de su familia, de Bilbao.

¡Bendita sea la ciudad!

Esta ciudad es un reclamo enorme. Para un jugador con cierto entorno familiar, Bilbao es una ciudad más adecuada que otras ciudades más grandes y también más atractiva que ciudades más pequeñas. A nivel humano, yo en esta ciudad encuentro un contexto de mentalidad, de humanidad, de personalidad... y me encuentro muy bien y la plantilla también.

Y el País Vasco, para mí, antes de ser entrenador profesional, siempre había sido un sitio recurrente para venir porque me gustaba. Donostia me gustaba incluso antes de haberme ido allí a vivir; me gustaba Bilbo antes de haber venido a trabajar aquí... Hay un encanto que va un poquito más allá del tamaño o de la lluvia o lo que sea, que tiene mucho que ver con la gente. Además, en mi caso soy alguien fácil y me gusta adaptarme a los sitios, también siendo muy consciente de que me dedico a un trabajo en el que es muy difícil echar raíces. Pero en dos vestuarios he sido el entrenador con más partidos, y eso es porque yo tengo una mentalidad de no ser un «culo inquieto», sino de tratar de estar el máximo tiempo posible donde trabajo.

De un tiempo a esta parte, al menos a los entrenadores, parece que se les valora no tanto por lo que saben, sino por lo que se podría definir como «el factor humano». ¿Lo ve así?

Había unos tics que parecía que debían tener los entrenadores: tics de autoridad; tics de gestión... donde la personalidad del entrenador está por encima incluso de sus propios conocimientos. Ahora, todo es importante. Los conocimientos lo son, porque contra quien juegas, este ha aumentado muchísimo sus recursos tácticos, de conocimiento, de talento, de calidad... Entonces tienes que tener el baloncesto; tienes que entenderlo.

Pero al mismo tiempo están cambiando los valores de la sociedad. Ahora es muy importante intentar convencer a tus jugadores. Convencerlos a corto, medio y largo plazo. Antes había muchos tics que servía mucho al corto plazo, pero es que ahora mismo hay muchos más partidos durante la temporada. Hay más competiciones, por lo que hay más exigencia física y de calendario; tienes que tener a tus jugadores convencidos día tras día, entrenamiento tras entrenamiento. Y en eso, la capacidad de los entrenadores y su cultura, es cada vez mejor porque cada vez es más exigente. Y en mi caso, el hecho de haber sido entrenador ayudante de Scariolo, de Txus [Vidorreta] o de Pedro [Martínez], o de Ricard Casas u Óscar Quintana o Xavi García en mis inicios, han sido muy importantes en cuanto a estímulos.

También me quedó claro que tuve que aprender muchas cosas, pero no copiarlas. Si copias las personalidad, las formas de gestionar, dejas de ser tú, y pierdes una cosa que es muy importante, que es la coherencia del entrenador con sus jugadores.

Siempre se dice que el entrenador ha de mirar por el colectivo porque el jugador es de naturaleza egoísta. ¿Es esa la pura verdad? Porque la «cara B» de los entrenadores es que son a cada cual más caprichosos y especialitos.

Bueno, debemos partir de la base de que el entrenador gestiona roles, gestiona minutos, gestiona orientación de juego... y todo eso incide en el futuro profesional del jugador. Cuanto mejor le salen las cosas a un jugador, mejor perspectiva profesional tiene. Pero si no le salen tan bien las cosas o el entrenador no le da margen para que le salgan las cosas, puede incidir negativamente en su futuro profesional. Todo esto se tiene que entender. Por es es muy importante la coherencia del entrenador.

Pero a veces, esto es una cosa que he aprendido en los últimos años, no siempre puedes ser coherente, porque este es un mundo profesional en el que ganar es importante porque para mantener tu puesto de trabajo, tienes que ganar. Entonces, cuando no puedes ser coherente, tienes que ser honesto y eso es muy importante que los jugadores tengan eso claro de ti.

Por eso, una de las cosas que he visto y comprobado es que, mayoritariamente, para perdurar como entrenador profesional, tienes que ser buena persona. Porque de otro modo solo dependes de ganar, porque, ya que nadie te aguanta, solo te aguantan los resultados. En ese caso es muy difícil construir cosas y por eso, he visto desde mi experiencia a muchos más entrenadores que son buenas personas que los que no lo son.

Lo que sí es cierto es que hay unos tics adquiridos en los entrenadores que, a veces, en la estridencia, o en el capricho, se encuentra la atención y la exigencia. Y hay entrenadores que lo utilizan para crear este clima.

¿En esa estridencia entra el hecho de que un entrenador se haga pitar una técnica y que el equipo reaccione de forma positiva?

Es probarlo, porque a veces sale bien, pero otras sale mal. Lo importante es tener en ese momento la capacidad mental y el equilibrio para tú tomar la decisión de lo que quieres hacer, y hacerlo por alguna cosa y no porque estés enfadado. Si pierdes tu punto de control y lo haces porque estás enfadado, en ese punto pierdes tu control y ya no tienes más porqué que el que estés enfadado, en lugar de que a lo mejor resulte beneficioso para el equipo.

«PRETENDO SER NORMAL»

El entrenador jefe toma las decisiones. ¿Cuánto escucha el entrenador?

Creo que va en función de la capacidad, no solo la del entrenador de asumir cuanto le dicen, sino del interlocutor. Estamos hablando de un tema de confianzas, de calidad... A mí me gusta escuchar a mis jugadores y a mis ayudantes; me gusta escuchar al director deportivo, a los servicios médicos... para tener los máximos argumentos posibles para tomar decisiones. Pero eso sí, que el exceso de información no te lleve a la saturación. Para ello, es muy importante que haya un esfuerzo por parte de todos  y encontrar los momentos adecuados.

¿El entrenador se siente solo?

A veces, sí, pero también es parte de la exigencia de este trabajo. Pero otras muchas veces no, y además es importante para un entrenador tener más cosas en la vida cuando uno necesita estar solo. Todo eso aparte de un buen equipo, un buen club, un buen staff técnico en el que apoyarte; otras cosas que puedas tener en tu vida que pueden ser más importantes que el propio baloncesto.

¿Eso le ayuda a ser «normal»?

No sé si soy normal, pero pretendo serlo, al menos. Como valor, me gusta y creo en la armonía de las cosas desde la normalidad; si todos aceptamos desde la normalidad... no solo los entrenadores, el mundo iría mejor.

¿El Jaume Ponsarnau de Bilbo es el mismo Jaume Ponsarnau de GBC, Manresa, Valencia Basket y Zaragoza?

Tengo un poquito más que ver ahora con el que era en Manresa o Donostia que con el de Valencia y Zaragoza. Quizá Bilbao Basket me ofrezca la posibilidad de poder ser más yo, como en Manresa o Donostia, por las propias realidades del club y del entorno. Y además, por haber superado de algo de lo que no fui consciente que me afectó en cuanto a mi forma de ser como entrenador, que fue el confinamiento.

Al final de mi estancia en Valencia Basket y en Zaragoza, aún había un poquito de mí que era el «entrenador confinado». Dejé de darle importancia a algunas cosas a las que siempre le di, como es la necesidad de convencer y, de algún modo, fui alguien más autoritario.

¿Pasó a pensar y decidir solo?

Pasé a agarrarme más a los números, a los análisis empíricos que hacía durante el confinamiento, a tener que ponerte a entrenar a jugadores que tenían miedo a entrenar porque temían caer enfermos y creían que su salud estaba en juego. Tener que hacerles entrenar...

Momentos en los que perdí el valor de la coherencia, porque no puedes serlo en algunos momentos porque quieres que este siga siendo tu trabajo. Entonces, bueno, te agarras a la honestidad, pero eso supone perder esencias importantes de uno... Cosas de las que yo no era consciente y, viéndolas en perspectiva, pues que me afectaron. La oportunidad y la calma de estar en un sitio como Bilbao para poder ser yo otra vez.

¿Que el público haya podido volver y ahora se vuelvan a llenar las canchas ayuda en ese «volver a ser uno mismo»?

¡Sí! (Muy convencido) No somos ególatras, pero nos gusta que, para la gente para la que jugamos, refrende lo que hacemos. De la misma manera que tenemos que entender que, cuando no nos lo merecemos, no tengamos ese refrendo, tener ese reconocimiento cuando nos lo merecemos es una satisfacción enorme. Más que por el compromiso por el que jugamos.

Recuerdo a Txus Vidorreta el año pasado agradeciendo al público de San Pablo Burgos el haber vuelto a las canchas, aunque no era «su público». ¿Se identifica con esa reacción?

Pues sí. En Manresa lo he hecho yo también, y supongo que Txus lo que hizo fue reconocer a una afición muy fiel que, aunque no fuera la suya, era muy especial para la Liga.

Por otro lado, yo lo que voy a trabajar día tras día es para que, si algún día vuelvo aquí con otro equipo, pueda también aplaudirme el público. siempre vigilando para que el elogio no te debilite, pero después de nuestro compromiso profesional con lo que hacemos, hay algo, y por eso queremos que haya gente que se sienta satisfecha con nuestro trabajo y que se sienta orgullosa. La forma más visible para ver eso, es a través del aplauso.

¿El Jaume Ponsarnau que gana es muy distinto del Jaume Ponsarnau que pierde?

Intento serlo solo hasta el punto en que es necesario, no más. Por ejemplo, si una derrota se debe a cosas que no hemos hecho bien, se trata de aprovechar la derrota como estímulo para mejorar esas cosas que no se han hecho bien.

Pero que a la vez, si en una victoria que se ha conseguido, hay cosas que no se han hecho del todo bien y es necesario mejorarlas para conseguir un nivel competitivo adecuado, lo que será necesario en ese momento será relativizar esa victoria  y luego incidir en las cosas que se tienen que mejorar.

¿Uno puede termina más cabreado tras una victoria y más contento tras una derrota?

Por principios, intento que no. Porque es muy difícil conseguir victorias, por lo que todas las victorias se celebran. Al mismo tiempo, es muy importante que a consecuencia del trabajo que tenemos que hacer, encontrar objetivamente qué es lo que se ha hecho bien y qué se ha hecho mal. En ese sentido, vale ser caprichoso y utilizar el resultado solo cuando nos pueda ayudar. Pero porque cuesta conseguirlas, las victorias se celebran siempre.