
El expresidente uruguayo José ‘Pepe’ Mujica ha fallecido este martes en Montevideo, a los 89 años de edad, como consecuencia del cáncer de esófago que se le descubrió en abril de 2024. Así lo ha confirmado el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, en la red social X.
Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo.
— Yamandú Orsi (@OrsiYamandu) May 13, 2025
Su partido, el Frente Amplio, ha destacado que «hoy despedimos a un hombre, pero abrazamos una historia que nos marcará para siempre.Nos recordó que la política no es un cargo, sino una causa».
Su paso por esta vida fue semilla de conciencia, de ternura y de coraje.
— Frente Amplio (@Frente_Amplio) May 13, 2025
Hoy despedimos a un hombre, pero abrazamos una historia que nos marcará para siempre.Nos recordó que la política no es un cargo, sino una causa.
Que se puede vivir con poco y hacer mucho.Que la humildad,… pic.twitter.com/zGnhvuU9cC
El izquierdista Movimiento de Participación Popular, fundado por exguerrilleros tupamaros, también ha querido despedir a quien fuera su compañero de lucha con este vídeo.
¡Hasta siempre viejo querido! pic.twitter.com/pLsSepAc5A
— MPP 609 (@MPP609) May 13, 2025
Conocido mundialmente por su etapa al frente del país latinoamericano y su oratoria calmada pero siempre afilada, Mujica deja atrás décadas de lucha armada, represión y un eterno amor por la Euskal Herria que habitaron sus antepasados.
Nacido en la capital uruguaya el 20 de mayo de 1935, en los años 60 Mujica se integró en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros bajo el alias de ‘Facundo’ al mismo tiempo que seguía trabajando el campo en su chacra, siguiendo la estela de su padre y su abuelo. Tras pasar a la clandestinidad y después de huir dos veces de la cárcel, el joven guerrillero acabó pasando 14 años de su vida en prisión, los últimos 13 de forma ininterrumpida entre 1972 y 1985. Ahí fue sometido a la incomunicación y la tortura durante la dictadura cívico-militar uruguaya.
La cárcel marcó profundamente el pensamiento del, a la postre, presidente del país. «Mi personalidad no sería la que fue después si antes no hubiera vivido lo que viví. Porque son muchas horas perdidas, inertes, en las que vos le das vuelta a la cabeza, entrás a discutir, a hacerte preguntas que ni encontrás las respuestas», explicaba el exguerrillero en el libro autobiográfico ‘Mujica por Pepe’.
Tras su salida de prisión, en 1985, lo primero que hizo fue visitar a su madre, y por la noche se reencontró con su pareja, la exguerrillera Lucía Topolansky, también recién salida de prisión. Se dedicó a plantar y vender flores y apostó a la militancia política desde la legalidad, dentro del Frente Amplio, coalición de izquierdas fundada en 1971 y que llegó al poder por primera vez en 2005, con el Gobierno del socialista Tabaré Vázquez, en el que Mujica se desempeñó como ministro de Agricultura.
Ya en las elecciones de 2009, las urnas lo eligieron presidente para el periodo 2010-2015, cinco años caracterizados no solo por su particular forma de ser, de vivir y de expresar, sino por cambios sociales como la regulación del matrimonio homosexual y del cultivo de la marihuana, y de gestos humanitarios, como la acogida de refugiados sirios y de presos de Guantánamo. Anteriormente, en 1995 fue elegido diputado y en 2000 senador.
Conocido como «el presidente más pobre del mundo», durante sus cinco años de mandato Pepe Mujica donó a causas sociales 550.000 dólares, de los que 400.000 fueron a parar a un plan de viviendas sociales creado en 2010. El resto lo destinó al partido, el Frente Amplio.
Raíces vascas
Francisco Mujica Yeregui, vecino de Tolosa y bisabuelo de Pepe, emigró a Uruguay a mediados del siglo XIX, aunque el apellido Mujica (o «Muxika»), en el caso del expresidente, procede de Astigarreta, un pequeño barrio rural de Beasain, tal como recoge el trabajo realizado por Mikel Prieto, autor del árbol genealógico de Pepe Mujica. Durante las primeras generaciones, el euskara continuó siendo la lengua de la familia Mujica, ya que el abuelo del expresidente, José Cruz Mujica Cipriani, aprendió el idioma de su padre, según confirmó su nieto años después.
Pepe Mujica llevaba sangre vasca y, como descendiente de vascos, amaba este país. Diversas fueron las visitas de Mujica a Euskal Herria con el objetivo de seguir la pista de sus antepasados. La primera, en junio de 2013, cuando todavía ejercía el cargo de presidente de Uruguay, Mujica visitó Muxika, pueblo del que, probablemente, proceda su apellido. «Pienso que debían haber estado muy mal mis antepasados para que se fueran de semejante país tan hermoso», dijo el entonces todavía mandatario en medio de un sentimiento de «alegría, tristeza, nostalgia, todo junto… muchas cosas». Durante la primera semana que Pepe Mujica pasó en Euskal Herria tuvo tiempo de conocer al lehendakari Iñigo Urkullu, visitar la Casa de Juntas de Gernika, conocer la experiencia cooperativista de Arrasate o conversar con la comunidad uruguaya de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.
De su segundo viaje, en el que, entonces sí, visitó Astigarreta, Mujica sacó una conclusión: «No hay que confundir vasco y español, el aspecto vasco es predominante». Y es que, una vez retirado de sus funciones de presidente, Mujica se dedicó a conversar con distintos personajes políticos en su chacra a las afueras de Montevideo, por donde en 2017 pasó el secretario general de EH Bildu, Arnaldo Otegi. Durante una visita a Uruguay junto al responsable del área internacional de Sortu, Gorka Elejebarrieta, Otegi mantuvo un distendido intercambio de ideas más de dos horas con Mujica y Lucía Topolansky. «Hemos hablado de la vida y hemos aprendido de dos grandes sabios», resumía Otegi. La relación entre ambos líderes políticos venía de atrás, ya que durante su periodo en prisión el presidente uruguayo fue uno de los firmantes del manifiesto ‘Libertad para Arnaldo Otegi; presos vascos a casa’.
Unos años más tarde, volvían a reunirse, esta vez de forma telemática, con motivo de la presentación del libro ‘Semillas al viento’, recopilatorio de conversaciones políticas con el exguerrrillero escrito por los periodistas Mario Mazzeo y Carlos Martell, y cuyo prólogo se encargó de firmar Arnaldo Otegi. Mujica, ya retirado, conectó desde Montevideo con NAIZ Gunea de Donostia para, con la calma que lo caracterizaba, lanzar algunas reflexiones sobre el papel de los jóvenes en la causa revolucionaria: «Pienso que la lucha es eterna; vivir sin causa no es vivir. El papel de una generación de luchadores es tratar de que cuando se vayan sean suplantados con ventaja. Y que las nuevas generaciones cometan errores, porque todo trabajo de experimentación social supone errores, pero que cometan los errores de su tiempo, no los nuestros».
Retiro y enfermedad
Tras su periplo como presidente y posterior retiro de cinco años, Mujica regresó a la política como senador entre febrero y octubre de 2020, aunque, coincidiendo con la pandemia de covid-19, después de solo ocho meses renunció a su cargo. «Me encanta la política, pero más me encanta no morirme», dijo entonces el exprisionero político.
El 30 de abril de 2024, el propio Mujica anunció que padecía de cáncer de esófago, una enfermedad de difícil tratamiento debido a los problemas inmunológicos que el expresidente uruguayo padecía, a los que cabía sumar una insuficiencia renal. Finalmente, el pasado mes de enero, comunicó que el cáncer se había extendido al hígado que no recibiría más tratamientos: «No me cabe ni un tratamiento bioquímico ni la cirugía porque mi cuerpo no lo aguanta», señaló sobre la enfermedad que finalmente se ha llevado a los 89 años a un hombre comprometido con su pueblo, su país y, también, con la Euskal Herria de sus antepasados.

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