«Hasta ahora ninguna institución se ha posicionado del lado de los trabajadores»
Igor Guevara (ELA) es el presidente del comité de empresa de la planta que Mercedes-Benz tiene en Gasteiz, donde trabajan unas 5.000 personas. Ha vivido movilizaciones históricas y la transformación de una factoría que se prepara para comenzar a fabricar un nuevo modelo eléctrico.

¿Cuál es la situación actual en la factoría de Mercedes-Benz?
Hemos pasado de producir un montón de vehículos, con años históricos de ventas, a años de incertidumbre en el mercado. Los usuarios no saben si comprarse un coche eléctrico, híbrido... no saben hacia dónde tirar. Eso ha hecho que los pedidos hayan bajado y estemos en una situación que, dentro de lo que cabe, no es tan mala debido al nuevo modelo y a las inversiones que hay en Gasteiz.
Este año se ha vuelto a rebajar la previsión de producción, a 122.634 furgonetas.
Si sacamos los números que prevén sacar este año, estaríamos igual que el año pasado. Lo que pasa es que el año pasado teníamos unas medidas de flexibilidad que se decidieron suspender y han tenido que cambiar el modelo de trabajo de tres a dos turnos. Eso ha supuesto que todos los eventuales se hayan tenido que ir a la calle. Y no hay más sobrante de plantilla porque el nuevo proyecto requiere de muchísimo personal y muchísimas horas de formación. Eso está amortiguando ese sobrante de personal.
En enero algunos medios se hicieron eco de un posible ERTE, que fue desmentido por el propio comité.
Se debió a las dudas que entraban a la hora de pasar de tres a dos turnos, sobre cómo gestionarlo. Hablamos de un plantilla de unas 5.000 personas, con 3.600 personas en la cadena. Si la empresa plantea quitar un turno, sobran 1.200. Se planteó no renovar a los eventuales, 400, pero seguían quedando 800 personas. Si no hacíamos nada acabábamos en un ERTE o en un ERE.
Hubo un periodo de negociación entre noviembre y diciembre, que no dio sus frutos. Estuvimos a punto de llegar a un acuerdo que no pudo ser. Pero eso no quiere decir que se rompan las relaciones laborales.
En la firma del calendario laboral para este año conseguimos llegar a un acuerdo la mayoría del comité y gracias a ello hemos amortiguado ese sobrante de gente que teníamos con la entrada de los dos turnos. Ha hecho que de momento no sobre nadie, que la palabra ERE no exista. Podría haber un ERTE porque estamos muy limitados con el tema de la flexibilidad, pero no un ERE.
¿Cómo va el desarrollo de las instalaciones en las que se fabricará el nuevo modelo?
Por utilizar esas inversiones, que seguramente estaban decididas desde mucho antes de 2022, como medida de presión en la negociación del convenio, ahora están haciendo lo que querían hacer en un tiempo récord. La negociación seguramente fue más larga de lo que tenían previsto, porque tenían previsto haber empezado con las inversiones muchísimo antes. Pero lo utilizaron como amenaza y eso ha provocado que el tiempo para hacer todo lo que hay que hacer, que es mucho, sea menor. Eso lo estamos sufriendo ahora. Estamos produciendo a tope, con obras por todos los lados. Es una locura lo que hay montado allí.
«Utilizaron las inversiones como amenaza y eso ha provocado que el tiempo para hacer todo lo que hay que hacer, que es mucho, sea menor»
¿La decisión ya estaba tomada antes de las huelgas de 2022?
Sí, porque una decisión de este calado y con estos números –1.200 millones de euros– no se toma de la noche a la mañana, y menos porque el sueldo de los trabajadores se suba más o menos que el IPC. Es una decisión que se toma por otro tipo de circunstancias, entre ellas dónde estamos ubicados, alrededor de un tejido industrial y en un sitio estratégico, con unos niveles de formación que no hay en muchos sitios de Europa, y con unos gastos de personal que nada tienen que ver con Alemania.
Las instituciones también pusieron el foco en el comité.
Eso siempre. Hasta ahora no he encontrado ninguna institución que se haya posicionado del lado de los trabajadores. Siempre han sido altavoces de la empresa, y lo que decía la empresa, ellos lo aumentaban. Querían dar más responsabilidad a los trabajadores de la que realmente tenemos. Cada trabajador tiene derecho a pelear por su situación y por sus condiciones, al margen de lo que pueda suponer para la sociedad. No tengo que cargar con la responsabilidad que no me corresponde. No depende de los trabajadores de Mercedes el diseño industrial de Euskal Herria, depende de los que gobiernan.
El ciclo de movilizaciones dio pie a la salida del director Emilio Titos. ¿Cómo es la relación con la nueva dirección?
La nueva dirección tiene más o menos la edad media de la plantilla, no es alguien que venga del pasado a emplear métodos del pasado, y por lo menos se puede hablar. Llevo siendo el presidente del comité de empresa desde 2016, en 2023 se fue Emilio Titos, y en esos siete años no me reuní con él nunca. Desde que entró la nueva dirección hemos tenido un montón de reuniones. Hay un diálogo que no existía. Eso no quiere decir que vaya a aceptar todo lo que planteé, pero hay otra disposición.
¿Les han comunicado cómo y cuándo comenzará la fabricación de la nueva furgoneta?
En agosto habrá una parada técnica de seis semanas, en la que van a conectar todo lo que están construyendo ahora a la línea de producción actual. A partir de ahí se supone que empezamos a producir el nuevo modelo, conjuntamente con el modelo actual.
¿Se producirá en Gasteiz para distribuir en todo el mundo?
En principio esa es la idea. Al principio este proyecto se basaba única y exclusivamente en eléctrico y ahora, con esta incertidumbre, han decidido hacer un modelo de combustión. Van a meter motores de combustión porque no saben si va a ser posible mantener los motores eléctricos. Entendemos que es un acierto.
«Si la crisis de la automoción no hubiese llegado, habríamos necesitado en torno a 1.200 o 1.500 personas nuevas»
¿Su producción puede verse afectada por los aranceles?
En principio no está pensado vender el modelo en el mercado americano. De hecho el modelo actual se vendía en el mercado americano y se dejó de vender hace dos años. Lo montábamos aquí, iba a una empresa en la que desmontaban el vehículo, lo metían en contenedores, lo mandaban a Estados Unidos y lo montaban de nuevo allí en una planta.
Lo hacían así para que los aranceles fueran menores, y, aunque ganaban dinero, vieron que, a nivel logístico era una locura. En Estados Unidos tenían problemas a la hora de montarlo por las cualificaciones y porque la gente no está dispuesta a trabajar por cuatro duros en la automoción para montar una furgoneta que ya se había montado antes. No obstante, no descartaría que en el futuro puedan volver a vender furgonetas en Estados Unidos si se abre una vía para vender vehículos fabricados aquí con unos aranceles justos.
¿Qué impacto tendrá a nivel laboral?
Si la crisis de la automoción no hubiese llegado, habríamos necesitado en torno a 1.200 o 1.500 personas nuevas. Pero como no estamos en esa situación, esa necesidad de gente la vamos a suplir con el sobrante. En enero se incorporaron 200 personas al nuevo proyecto, en marzo subieron a 400 y en septiembre habrá unas 1.000 personas exclusivamente en el nuevo proyecto sin haber vendido ni un solo vehículo. En setiembre saldrá el primer vehículo, que será para realizar pruebas, y a finales de año se empezará a fabricar en serie.

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